El trabajo de los pies es muy importante en el Método Pilates.
La planta de los pies nos sustenta toda nuestra columna vertebral. Es la porción terminal de una extremidad que lleva el peso del cuerpo y esta permite la locomoción y la retromoción. Hablamos de una estructura anatómica.
El pie y el tobillo son una compleja estructura mecánica que contiene 26 huesos, 33 articulaciones y más de 100 músculos, ligamentos y tendones, por ello es importante sentirlos, entrenarlos, flexibilizarlos y fortalecerlos.
La parte ósea del pie puede dividirse en tres partes: tarso, metatarso y falanges.
Los pies tienen dos funciones esenciales, la de soportar grandes cargas, absorbiendo y amortiguando el impacto que nuestro cuerpo recibe del suelo al movernos y la de propulsión, es decir, estabilizarnos a la hora de movernos, a adaptarse a coger cargas de peso, a los diferentes terrenos en los que nos caminamos, corremos o saltamos.
Los ejercicios de pilates en posición de bipedestación y el trabajo de propiocepción fortalecen nuestros pies y es el punto de focalización para realizar cualquier movimiento.
Debemos notar siempre el apoyo de los 3 puntos en nuestra colchoneta o mat llamado trípode plantar:
1-La cabeza del primer metatarsiano o dedo gordo.
2-La cabeza del 5º metatarsiano o dedo pequeño.
3-El hueso calcáneo o talón.
Estos tres puntos están unidos por tejido conectivo y por músculos. Si tenemos un correcto trípode plantar tendremos un pie sano.
Una buena base de apoyo nos previene de posibles lesiones además de proporcionarnos equilibrio y control del cuerpo. Un pie mal apoyado podría llegar a una rodilla que trabaje mal, problemas de articulaciones o de columna. Las llamadas desalineaciones o pies pronadores o supinadores donde ya hablaremos de ello en próximos artículos.